Un equipo internacional empieza a rodar en el año 2000 una película sobre la llegada de los españoles a América para reflejar el imperialismo y las voces que entonces denunciaron la injusticia hacia los indígenas. A su vez, en esa localización de rodaje, el pueblo boliviano protesta contra el acuerdo con entidades extranjeras para privatizar el agua. Cinco siglos antes invadieron buscando oro, ahora pretendían quitarles También la lluvia (2010).
Los idiomas de una película histórica
El filme [nivel 1] presenta una metaficción triple, puesto que de la película que se está rodando [nivel 2] por momentos se graba un making of [nivel 3]. Gracias al metacine, el espectador asiste a ensayos y lecturas de guion interiores, en pareja o en grupo, comidas entre tomas, entrevistas a actores y conversaciones del equipo.
De este modo, en una secuencia se habla de la elección lingüística que tuvo que hacer el director orientado por el productor y que los creadores suelen afrontar en la cotidianeidad cinematográfica.
Producción aspiraba a contar en inglés esa historia sobre los colonizadores para así recaudar más financiación y dirigirse a más público, pero como defiende el director mexicano “los españoles hablaban español” y por tanto este será el idioma predominante de la pieza.
Indios de los Andes como caribeños
Se menciona que por presupuesto y flexibilidad no se quiso filmar en Santo Domingo, hogar de los taínos, adonde los primeros conquistadores llegaron. En vez de las Antillas, del Mar Caribe, el lugar para recrear esas tierras sería Bolivia, concretamente Cochabamba y selva cercana, donde uno de los principales pueblos autóctonos es el quechua.
Así, los indios de la película que se rueda son quechuas hablando su lengua de hoy mientras interpretan a taínos, cuyo idioma se ha extinguido (aunque algunas palabras taínas se conservan en otras lenguas).
No hay, pues, correspondencia lingüística de tiempo, ni de lugar o emisor, ya que los productores de este hipotético relato cinematográfico esperan que el público no repare en ello o no se rompa su suspensión de incredulidad.
Es interesante que se presente no solo el dilema de la selección del idioma, sino también que para la verosimilitud en ciertos casos puede ser necesario un realismo físico, que en ocasiones abarcará rasgos étnicos. En este sentido, chocó a algunos que Memoirs of a Geisha (2005) eligiese varios intérpretes de origen chino para una historia ambientada en el Japón tradicional.
El español de los colonizadores y los nativos de hoy
En el largometraje que preparan, los hispanohablantes como Colón se expresan en la lengua del siglo XXI y no del siglo XV-XVI. Imagino que como en otras producciones se consideró que recrearla fielmente habría entorpecido la comprensión de la audiencia, además de mayor inversión.
No me quedó muy claro el período histórico que abarca la narración. Se afirma que algunos españoles llevaban años asentados en el Nuevo Continente, pero cuando Colón habla con el líder indio para especificar sus expectativas no sé a qué altura se sitúa. De ser 1492 resultaría muy difícil que hubieran encontrado a un intérprete simultáneo como el que se muestra al poco de desembarcar; si bien no se puede negar la destreza de algunos para aprender idiomas en poquísimos días.
Por otro lado, el acento de algunos personajes bolivianos cuando se comunican en español indica que no tienen perfecta fluidez en este, posiblemente porque su lengua nativa es quechua, familia lingüística hablada en la actualidad por varios millones de sudamericanos. A tal respecto, en alguna escena se expresan únicamente en su idioma en vez de español, sea por no saberlo o por preferencia.
Preguntar a una camarera extranjera
He presenciado en la vida cotidiana cómo gente que hablaba otras lenguas lanzaba sus dudas al camarero del estilo: “¿Cómo se dice en tu idioma tal cosa?”. Debe de ser una manera de interesarse por la cultura local. Y esto hacen algunos miembros del equipo en la Bolivia de la película. La hostelera responde amablemente las palabras equivalentes en quichua.
En esa escena, el actor que hace de Colón, sabiendo los comportamientos y contradicciones humanos, le pregunta a un compañero durante cuánto tiempo recordará que yaku significa agua y (de manera subtextual) hasta qué punto defendería los derechos de otros como hizo el personaje eclesiástico que interpreta.
Nunca sabes quién entiende lo que dices
Como pasa alguna vez en la vida real, el productor asume que quien está a su lado no entiende cuando habla en otra lengua y surge un conflicto. Mantiene una rápida conversación en inglés por teléfono estando al lado del actor principal boliviano. A diferencia de lo que pensaba, este sí capta cómo se jacta de pagarles poquísimo a los extras del lugar, pues para ellos es ya muchísimo.
Que un personaje traduzca es la elección en varias secuencias, así que tampoco en esta parte del filme hay subtítulos que expliquen el breve fragmento en inglés. La traducción la realiza el actor boliviano, primero con expresión de indignación por lo que está escuchando y, después de unos momentos de suspense, parafrasea lo que ha oído. Resulta que él sabe inglés porque fue trabajador emigrado.
La consciencia lingüística, la conciencia social
También la lluvia plantea el dilema lingüístico de las películas históricas, si bien ella misma busca ser fiel a la realidad dejando a cada intérprete que se exprese en su acento esperado cuando habla español: mexicano, argentino, vasco, gallego…
Más que pararse en el desarrollo dramático o describir las razones de cada bando, parece que esta obra busca que el espectador se pregunte cómo se posicionaría. ¿Cómo habríamos enfocado nosotros un largometraje sobre los primeros años de Iberoamérica? ¿Habríamos priorizado nuestra vida, la película, ayudar a alguien herido, la lucha en la Guerra del Agua…?