Con la llegada del cine sonoro y la predominancia de lo lingüístico en las historias audiovisuales, los relatos se volvieron más difíciles de exportar. Al principio se intentó rodar varias versiones de una misma obra en diversos idiomas, como describe F. Chaume (citado en la Biblioteca), pero pronto triunfaría la traducción audiovisual.
En la actualidad hay subtitulado, entre otros, y a priori los creadores de una historia podrían elegir la/s lenguas que quisiesen para su relato. No obstante, el mercado y la sociedad condicionan el uso de unas lenguas y no otras en los relatos de ficción cinematográficos y televisivos.
Por qué una lengua y no otra
Habiendo partido hace tiempo de algunos conceptos de los libros La empresa de cine en España (C. Calvo Herrera) y El dinero de Hollywood (de J. Augros), he ido confeccionando posibles explicaciones socioeconómicas para la elección de determinada lengua en una historia audiovisual.
- El equipo de producción en cualquiera de sus fases puede influir en que se seleccione una lengua u otra. Las nacionalidades y experiencias vitales de guionistas, productores y/o director podrían repercutir en el conocimiento de culturas e idiomas, así como las del esperado elenco de intérpretes o los sitios de rodaje.
- El idioma es uno de los criterios de nacionalidad y catalogación de una serie o película. Así, es un elemento que se suele considerar al conceder financiación (como en una coproducción), al aspirar a ciertos premios o al planear la distribución. Un filme será más bienvenido en la UE si su nacionalidad es comunitaria.
- La lengua puede ser un instrumento de poder e influencia. Por un lado, se utiliza en contextos políticos de exaltación de una cultura y negación de otras. Por otro lado, la preferencia por ubicar un relato en determinado entorno quizá despierta el interés por conocer más de él y ver (o hacer) otras películas y series de similar procedencia. Un buen trabajo es la mejor publicidad. A veces esto lleva a modas, olas y al imperialismo de ciertas lenguas.
- Con frecuencia se selecciona un idioma con muchos hablantes potenciales (incluso aunque no corresponda) y, por tanto, más opciones de exhibición, pero no siempre. Los relatos de ficción contribuyen en un proceso de preservación o normalización lingüística (como en Galicia) y a menudo se fomenta su empleo. Una lengua se puede morir. Y como es una obra de arte colectiva de su tiempo, conservar lo máximo de cada una nos permite apreciar cómo esa cultura se relacionaba con el mundo.
- Que se use determinada lengua es imprescindible para que parte del público primario pueda comprender el relato. Así, los niños solo pueden seguir obras en versión original si están en su idioma. Tanto los más pequeños como aquella audiencia que carece de cierto nivel de alfabetización no son capaces de entender correctamente el desarrollo de un relato subtitulado en su versión original. De la misma manera, la audiencia que por tradición no está acostumbrada a los subtítulos no disfrutará de una pieza audiovisual con ellos.
Una buena historia llega lejos independientemente de su idioma, sobre todo hoy. Sin embargo, saber los condicionantes externos que pueden influir posibilita que haya propiamente una decisión lingüística.