Un relato puede presentar ciertas carencias para los expertos. Los errores más comunes al escribir un guion de ficción suelen ser de dos tipos. Por un lado, que no se sigan las convenciones para describir o no se use el formato de página estandarizado. Por otro lado, estarían los fallos en el desarrollo de la historia en cualquiera de sus aspectos, como la falta de tema o una incongruencia de la trama (esta última se conoce como agujero de guion o plot hole).
Habría decisiones lingüísticas que mencionar tanto en la forma como el contenido del guion, pero me gustaría centrarme en lo segundo. En concreto, la lengua sirve para caracterizar personajes y dar coherencia a una historia literaria o audiovisual.
Caracterizar personajes con su forma de hablar
Una de las críticas más habituales a los manuscritos y guiones de principiantes es que todos sus personajes hablan igual y que no tienen alma. Para esto último no puedo aconsejar, pero sí hay una serie de puntos lingüísticos que plantearse cuando se crea un personaje o narrador y así lograr su propia voz (que en su sentido metafórico permanece aunque su cuerpo cambie).
1] El personaje tiene una voz física característica que su intérprete puede diseñar únicamente para esa historia.
2] En algún caso, es posible que el género de la obra o su tono influyan en el empleo o no de ciertas palabras o construcciones.
3] El dialecto es el modo concreto de una zona geográfica para hablar una determinada lengua e implica el uso particular de cierto léxico, expresiones o estructuras gramaticales. No es lo mismo el español de Ecuador que el de Panamá o las islas Canarias. Y tener personajes de distintas variantes territoriales permite más posibilidades al crear una historia.
4] El acento es el otro elemento que hace de pasaporte para presentarnos verbalmente de dónde se viene (o para disimularlo…). Es recomendable huir de estereotipos en que tener un determinado acento ya indique quién es el villano o que la forma de hablar de un personaje sea casi una parodia.
5] Cada persona tiene su idiolecto y los personajes también deberían. Vemos el mundo de una manera única y expresamos nuestra perspectiva empleando determinado vocabulario, gramática, sintaxis y otros elementos no verbales como el volumen. Es frecuente recurrir a modismos y comodines preferidos (coso, vaina). Se usarán los términos y la puntuación con consistencia, por épocas o según el estado de ánimo. Tan singular es cómo habla y escribe cada persona que la lingüística forense identifica autores por cómo se expresan.
6] A veces se muestra alguna peculiaridad al pronunciar, repeticiones (como las ecolalias en el espectro autista), un trastorno del habla (tartamudez, dislalia, afasia…) o una discapacidad auditiva que condiciona la expresión.
7] En cómo se expresa un personaje puede apreciarse también su clase social y si pertenece a algún colectivo (incluye la profesión), sea mediante su jerga o muletillas (o sea).
8] Como el nivel de confianza al hablar cambia, parece igualmente conveniente considerar los diferentes roles que un personaje tiene según con quién se relacione. O si se encuentra en un registro más o menos formal.
9] Con respecto al contenido de los diálogos, los profesionales suelen adorar el subtexto y piden que no sean demasiado expositivos; entre otros motivos, excesiva exposición tiende a restar verosimilitud a la intervención de un personaje. Por cierto, a mí me cuesta creerme que algunos personajes sean capaces de inventarse discursos muy elocuentes de manera espontánea sin titubear. No está de más recordar que es común interrumpirse en ciertos contextos.
En la realidad, las palabras surgen y se usan en cierta época. Si un personaje utiliza un término que todavía/ya no se utilizaba en ese contexto, se produce un anacronismo lingüístico. Hay recursos para escritores con los que comprobar desde cuándo existe cierto concepto o vocablo; como ejemplo, esta cronología de alimentos.
El plano lingüístico de cada personaje es, por tanto, un apartado que escritor o guionista pueden tener en cuenta desde el principio (empezando por su nombre) y constantemente. La congruencia en este sentido contribuye a la empatía hacia los personajes y el relato.