En su comienzo, el cine era silente, es decir, el sonido no estaba incorporado en el celuloide, sino que música en directo y a veces un explicador acompañaban en la sala a las imágenes. El largometraje Singin’ in the Rain (1952) ilustra el cambio que a varios niveles supuso que una banda sonora se incluyese junto con la información visual. Por su parte, la película europea Tres (2021) muestra en qué consiste hoy la profesión de diseño de sonido, así como explora los límites de la sincronía…
Además de un desafío técnico y artístico, disponer del canal auditivo amplió la diversidad de códigos del lenguaje cinematográfico. La ficción de las pantallas empezó a construir espacios, jerarquías, perspectivas o suspense con sonidos como la voz, unas risas o la música.
En particular, las composiciones musicales ambientan o complementan algún aspecto de la historia audiovisual. A veces la banda sonora musical de un relato adquiere protagonismo y lo traspasa deviniendo un producto cultural por sí solo. En ocasiones la música es la fuerza motriz de la trama, como en Vivir es fácil con los ojos cerrados (2013). Me interesan especialmente ejemplos como este, en que se cruzan canciones, comunicación e idiomas, así que sobre ellos escribo a continuación.
Personajes que se expresan con música
Algo tienen el canto y el baile que amplifican las emociones y parecen grabarse más profundamente que la información hablada. Asimismo, cuando los personajes cantan su diálogo, nos alejamos de la vida cotidiana y a menudo la puesta en escena se vuelve más imaginativa o espectacular. Es habitual que las producciones para los más pequeños sean en parte musicales. El filme estadounidense mencionado al principio pertenece al género musical, cuyas obras no han de tener un motivo justificado para cantar.
Las canciones de una serie o película estarán o no en un idioma conocido por el público. Este diseño lingüístico tiene sus consecuencias: es posible que espectadores con dominio de una lengua comprendan, pero otros no y se genere desequilibrio e incertidumbre. Alguna comedia juega con esta divergencia.
Por cierto, en cuanto a humor, música diegética e idiomas, la letra puede ser metalingüística (como la discusión terminológica de Crazy Ex-Girlfriend) o las lyrics cantarse en múltiples idiomas, como el Soft Kitty que versiona Amy en alemán y mandarín en un capítulo de The Big Bang Theory.
Por otro lado, quizá personas con sordera no capten el sentido de la música directamente, pero podrían llegar a entenderlo si perciben su efecto en los demás o alguien se lo intenta transmitir, como en La famille Bélier (2014).
En realidad, la banda sonora no tiene por qué estar en una lengua que se emplee en el relato. Ese contraste o incluso anacronismo puede ser intencionado.
Una lengua musical
Algunos filósofos se preguntaron si la música podría servir para confeccionar un idioma universal. En los últimos siglos, ha habido propuestas de lenguas artificiales musicales como el solresol y otras más, que usan sonidos musicales en vez de fonemas. Por otra parte, también se han inventado idiomas para canciones, si bien no suelen ser lenguas construidas completas.
Igualmente, en literatura se han planteado idiomas musicales. El que se considera el primero se describió en el s. XVII y estaba situado en la Luna. Precisamente la comunicación musical en la ficción audiovisual acostumbra a aparecer en obras con alienígenas: bien los humanos y extraterrestres intercambian melodías como primer contacto o bien estos seres se comunican entre ellos con lo que parecen notas musicales.
El soundtrack tiene la capacidad de añadir o cambiar significados. En concreto, tanto la música como las palabras, sea por separado o combinando ambas, pueden revelar algo sobre los personajes y su situación.