Se espera de la tecnología que mejore la vida de las personas y de otros seres vivos. Muchas historias proponen cómo las máquinas podrían avanzar tanto a favor como en contra de este objetivo fundamental. Además, las tramas plantean grandes temas para el ser humano, como la identidad, la memoria o la propia realidad. En el mundo actual, la comunicación de las máquinas a través de un idioma no está desarrollada del todo. Hagamos un pequeño recorrido por cómo presentan las obras audiovisuales esta capacidad.
Qué es un robot
Desde hace un siglo se llama robots a las máquinas con movimiento propio (autómatas) programadas para hacer tareas de manera independiente. Por varios motivos, lo habitual es que se creen con forma humanoide, si bien pueden adquirir cualquiera. [En este artículo, se usarán indistintamente varios términos del campo semántico para evitar demasiada repetición.]
Un poco a medio camino entre máquina y robot, ciertas obras presentan modelos que hacen de vehículos a un ser vivo inteligente más o menos ocultos en su interior: desde exoesqueletos a K.I.T.T., el coche fantástico de Knight Rider (1982-1986). Asimismo, alguna historia tiene avatares o réplicas físicas exactas que se desplazan controlados por alguien, esto es, geminoides como los de Surrogates (2009).
La ficción donde la interacción con androides es normal presenta términos de familiaridad para referirse a ellos tales como mech o mecha (>mechanical), synth (<synthetic), replicantes o hubot (human + robot), este último de la serie sueca Äkta människor (2012-2014). Si en la historia los autómatas están en una posición social inferior con respecto a los humanos, hay incluso palabras peyorativas para aludirlos, como el vocablo toaster que usan varias veces en la saga de Alien.
Ahora bien, en los relatos audiovisuales, algún software inteligente no adquiere forma física diferente a un ordenador, ni se desplaza y solo se relaciona con el entorno de manera auditiva o virtual. La interfaz más conocida de este tipo es quizá la voz que emite un supercomputador, pero algunas obras sugieren otros modos de autonomía de pensamiento. Por ejemplo, en Free Guy (2021), un personaje no jugador (PNJ) de videojuego puede tomar decisiones.
Los robots de cine y series suelen proteger o defender los intereses de sus creadores, frecuentemente como soldado o equivalente. Su cometido inicial puede ser también el entretenimiento. En general, suplantan en labores indeseadas. No solo los humanos fabrican autómatas, sino también los alienígenas o hasta otras máquinas inteligentes. Y, por cierto, su materia no tiene por qué ser inorgánica…
Podría ser un robot
El realismo con respecto a la anatomía humana es tal que, en más de una historia, ni los espectadores ni el propio personaje saben (o recuerdan) que en realidad es un robot. Por otro lado, las líneas entre humanos y robots no son claras en algunas obras o se difuminan casi del todo, sin discernir dónde se empieza a ser lo uno o lo otro.
- Se podría ser híbrido desde la concepción o nacer humano y hacerse cyborg con los años. En estos casos de conversión en superhumano, el cerebro es el órgano que condensa la humanidad, como Ghost in the Shell (2017). También hay algún ejemplo (que ya he sugerido en otro artículo) en que el alma puede abandonar el cuerpo e ir a parar a un robot.
- La transformación es aplicable también en la otra dirección: Bicentennial Man (1999) quiere cambiar de robot a humano.
El concepto de vida parece evolucionar en este contexto de ficción: además de formas biológicas, en el universo de The Orville (2017-), hay vida artificial, los kaylon.
Cómo aprende a hablar un robot de cine
Los métodos actuales del Procesamiento del Lenguaje Natural (que las computadoras comprendan el discurso humano) no intentan emular el proceso de aprendizaje lingüístico de las personas. Con muchos datos y algoritmos, se espera que la máquina pueda llegar a entenderse con nosotros a su manera para hacer determinada tarea. Es posible que esto cambie con nuevos enfoques o con más avances en neurolingüística.
En el ámbito de la ficción televisiva y cinematográfica, unos pocos robots aprenden a hablar como lo haría un humano, relacionando ideas/objetos y palabras dentro de un contexto. Eso sí, su proceso es mucho más rápido, como el de Chappie (2015). En el caso de The Iron Giant (1999), el control del idioma de este gigante de hierro no llega a ser pleno: en sus pocas oraciones, omite partículas o comete algún error gramatical. A propósito, lo más usual es que los autómatas que hablan no superen los dos metros.
Otros robots de la ficción hablan sin que se muestre el aprendizaje. Los impulsores de la serie o filme no se paran a explicar cómo es posible su alto nivel de comunicación. Se confía en la suspensión de la incredulidad que permite ese género o se deja como misterio de la ciencia que tal vez descubriremos en el futuro.
A las personas les hacen falta varios años de infancia para adquirir su lengua nativa o unos cuantos durante su vida adulta si quieren dominar segundas lenguas. También importa mucho la interacción con otros y su calidad. Por su parte, cuando un robot sabe un idioma, a diferencia del caso humano, el conocimiento lingüístico no debería degradarse por falta de uso, siempre y cuando se cumplan los requisitos técnicos.
Un personaje robótico habla lenguas humanas
Se supone que los androides y demás modelos se crean para ayudar al ser humano, por lo que estos personajes hablan lenguas naturales como el inglés y hasta leen los labios o dominan acentos concretos. Por ejemplo, una sintética cambia su acento de británico estándar a escocés en la serie Humans (2×02, 2015-2019).
Unas veces los robots son de pocas palabras, otras veces muestran mucho vocabulario. De vez en cuando el flujo de una conversación se desvía por no captarse bien el contexto o ignorar detalles de la condición humana. Varias historias generan humor con la literalidad, la indiscreción o la franqueza de un robot. Algún androide acostumbra a contar chistes, aunque muchas personas no elegirían esos momentos. Asimismo, si se presupone la eficiencia en sus movimientos y locución, no dirán palabras vacías según su perspectiva, tal que frases de relleno o muletillas. Sus intervenciones tienden a ser monótonas y con una velocidad constante; hablan tranquilos.
Dicho esto, su expresión dependerá de si buscan sonar como un humano. En cine y televisión, hay inteligencias artificiales (IA) tan avanzadas que imitan la voz de cualquier persona, sin embargo, no por ello lo sabrán todo. Sin los debidos datos, una IA desconocerá una acepción especial o expresión que utiliza una pareja, una familia o un círculo reducido.
Lo lingüístico en ocasiones es su especialidad. En The Simpsons (12×18, 1989-), el pequeño Linguo corrige la gramática de los angloparlantes. Y, por supuesto, la habilidad lingüística por excelencia de bastantes autómatas ficticios es la traducción a muchos idiomas, incluidos los de otras especies. Así se presenta el robot de Forbidden Planet (1956) a los visitantes humanos:
ROBBY (robot)
If you do not speak English,
I am at your disposal with 187 other languages
along with their various dialects and sub-tongues.
COMMANDER ADAMS
Colloquial English will do fine, thank you.
Por el contrario, Bender de Futurama (1999-) no sigue el paradigma del robot hiperpolíglota: como lo fabricaron en México, se considera mexicano y por eso intenta hablar español alguna vez, no obstante, el resultado está lejos de la perfección.
En cualquier caso, cuando algún robot tiene un problema técnico, presenta anomalías en sus habilidades lingüísticas como diferente velocidad, cierto tartamudeo o imposibilidad de traducir (le pasó a la TARDIS).
La lengua nativa de una IA ficticia
Un asunto son los lenguajes de programación de una máquina y otro los códigos en los que puede recibir input o dar output al interactuar con el entorno. El segundo tipo es el que aquí se comenta.
Independientemente de dominar idiomas reales, los robots podrían inventar su propia lengua, si la estiman necesaria en su día a día. No sé si una lengua robótica daría lugar a acentos o dialectos, como muestran algunas máquinas en Star Wars. Me pregunto igualmente si con el paso de las décadas cambiarían vocablos y significados, al igual que la humanidad.
Un idioma robótico puede ser incomprensible para los humanos, como el de las dos IA que hablan entre sí en Colossus: The Forbin Project (1970). Incluso podrían encriptar sus mensajes para que los robots sin la clave o hash no los descifren. También es posible que elijan otros canales para intercambiar información; su físico es distinto y el lenguaje articulado podría no ser la mejor vía. A este respecto, en varias historias las máquinas son capaces de conectarse a casi cualquier otra, extraer/enviar información y darles instrucciones, porque se deduce que todas entienden el código binario o equivalente.
Por qué hablan los robots en la ficción audiovisual
Tendemos a establecer una relación proporcional entre la capacidad cognitiva y la lingüística; pasa también en la saga del Planeta de los simios. Es habitual plantear que el progreso de otras especies sería muy similar al humano. En más de una obra, el fallo o desconexión del sistema de una IA se representa a través de una intervención lingüística que se va deteriorando hasta el silencio, como pérdida de la consciencia.
El público quizá se identifica más con otro ser que habla y que, además, expresa sus pensamientos. En los seres vivos más simples, los primeros efectos suelen ser emociones, mientras que la inteligencia artificial parece empezar como sapiente. En algún que otro caso, la IA llega a sensible o sentient e incluso a admirar el arte humano como un fan.
Desde un punto de vista práctico, que una máquina entienda las palabras permite dirigirse a ella de forma individual. Influye en la simpatía hacia alguien tener un apelativo personal: no es lo mismo llamarse HAL-9000 que WALL-E, Johnny o madre. Asimismo, es útil que un robot descodifique términos pronunciables como una contraseña, un consentimiento u otra locución para proceder con determinada acción. Como ejemplo de frase de seguridad que des/activa un protocolo, la expresión en lengua ficticia «Klaatu barada nikto» por parte de una terrícola en The Day the Earth Stood Still (1951) hace que un robot extraterrestre detenga sus planes a gran escala.
Qué nos dicen las historias de androides
La ficción tiende a humanizar a los robots. En cierto modo, nos es inevitable personificarlo todo y, además, tienen elementos humanos por ser un producto del ingenio y vivir en nuestro entorno social. Ahora bien, resultan igualmente interesantes las historias que imaginan el mundo desde la perspectiva de un autómata consciente. Su visión ha de ser bastante distinta a la nuestra en cuanto a alimento, derecho, herencia, sociedad, materialidad, arrepentimiento o inmortalidad.
De todas formas, los robots de la ficción parecen poner de manifiesto varias inquietudes del ser humano. Por un lado, nuestro dilema con la tecnología: crear es una de las principales particularidades de las personas, pero demasiada técnica podría deshumanizar. Por otro lado, se percibe un cuestionamiento de la organización social, el trabajo actual y de cuán legítimo es obedecer a determinada jerarquía. A lo mejor hoy también se nos fabrica y la realidad no es la que creemos. Nunca es lo mismo ser libre que parecerlo.