Una historia puede plantear que un lugareño hable una lengua que no corresponde a ese espacio ni a esa época. Creo que hay una tendencia hacia más realismo en los idiomas de series y películas históricas, pero todo dependerá de cada producción. Cada decisión tiene sus explicaciones y sus consecuencias.
En el relato audiovisual se dan al menos dos tiempos. Uno inherente a la historia contada, por ejemplo, determinados hechos que se ambientan en el siglo XII; y otro tiempo correspondiente a la recepción del relato, el año de estreno de la obra, por ejemplo, el 2021.
De forma similar, hay uno o dos espacios: dentro de la obra los sucesos acontecen en un lugar que puede existir o no de esa manera en el mundo natural.
Existen las siguientes posibilidades a este respecto y su relación con los idiomas:
- El idioma de un relato podría encajar con el espacio de la realidad, el tiempo o ambos.
- La correspondencia (espacial o temporal) puede ser fija o variable.
Comprobemos a qué me refiero.
La no correspondencia espacial o temporal de una lengua
Durante el siglo XX se narraron historias de personajes de otras épocas que se expresaban en una lengua diferente a la que se esperaba. Los diálogos con idiomas actuales en la antigüedad o el medievo eran lo frecuente, sin que tuvieran nada que ver la magia o los viajes en el tiempo. En general se debía a motivos de producción (casting, localización) o esperanzas de mejor aceptación entre la audiencia primaria. Se daba una nueva capa: se respaldaban guiones monolingües y donde la no comprensión entre culturas se podía obviar.
Aunque no se pretenda expresamente, con tal elección las películas o series son una vía para que determinado idioma pueda llegar a más hablantes habituales o potenciales. Ahora bien, estos relatos no van acompañados de una aclaración en este sentido. Algunos espectadores tal vez se lleven una impresión errónea sobre la historia de las lenguas o las verdaderas fronteras de su país, pues el inglés estadounidense de hoy no se hablaba en la Roma clásica. Cuidado, pues, si se aspira a enseñar o aprender de historia con el cine.
Si bien lo corriente es emplear lenguas del presente en el pasado (o en un hipotético porvernir), hay algún relato con idiomas antiguos en el presente. Así, la película Romeo+Juliet (1996) tiene una estética y localización contemporáneos, pero los diálogos algo adaptados conservan el estilo lírico del texto de Shakespeare escrito en el siglo XVI.
Como ejemplo, la conversación entre Benvolio y Romeo en la que, después de una partida de billar, el primero anima al segundo a asistir a una celebración de los Capuleto que se anuncia por televisión. Son las mismas palabras que el acto I de la pieza en la que se basa.
El idioma principal en la película Luther
En algún caso, la trama y esta elección lingüística entran en conflicto y se generan escenas curiosas, como la de Luther (2003). En este filme se narra en inglés cómo el fraile Martín Lutero aspira a traducir la Biblia del latín a su lengua nativa, el alemán.
LUTHER (Lutero)
I dedicated this work to you, my lord.
The translation of the New Testament… into our own language.
FREDERICK THE WISE (Federico El Sabio)
Into German? But this will separate us from Rome… forever.
Precisamente a partir de esta época, comienzos de los 2000, parece que empezó a cambiar la tendencia y poco a poco se ha ido perdiendo el recelo a mostrarle al público las lenguas reales o recreadas. Por ello, los intérpretes se han ido acostumbrando a practicar más frases con un asesor lingüístico.
Los idiomas en su tiempo o lugar (un rato por lo menos)
Se hicieron algunos intentos de recrear lenguas muertas como el egipcio antiguo en la trilogía de La Momia. En este sentido, en esos años un mismo director impulsó una obra que reconstruía el arameo y poco después otra que a priori tendría menos impacto, Apocalypto (2006). Este filme mostraba una sociedad precolombina cuyas intervenciones estaban únicamente en maya yucateco. Se recuperó la inversión y dos veces más esa cantidad. Como ya había demostrado alguna película en las tres décadas anteriores, los subtítulos no tenían por qué impedir una buena taquilla.
Un término medio es reconocer que los personajes tenían que estar hablando en otra lengua, de la que se muestra un poco, para luego pasar al idioma mayoritario de los espectadores. Es lo que se hace constantemente en Vikings (2013-2020).
En esa serie se presenta a los vikingos como hablantes de un idioma extranjero para la audiencia principal, una recreación basada más bien en el islandés (Old Norse), aunque teniendo en cuenta que parte de los intérpretes eran de los demás países nórdicos u otros. No obstante, se expresarán los personajes en inglés de la actualidad a no ser que se encuentren con otras personas que dominan otras lenguas (incluyendo el inglés antiguo), en cuyo caso se subtitula según haga falta. En los dos primeros episodios o el 3×01 se puede apreciar bien cómo gestionan los idiomas.
Por su parte, la mayoría de los comentarios en el tráiler de la primera temporada de Barbaren (+2019) son sobre la sorpresa de que, en lugar de inglés, los romanos hablen en latín clásico bien pronunciado (y además acerca de temas no relacionados con conjuros o la fe cristiana).
El latín tiene muchísima documentación para que se use en diálogos, pero el proto germánico de los bárbaros no, así que se descartó la recreación y se decidió que las tribus de Germania se comuniquen en alemán moderno. Asimismo, esto facilita la identificación de su público primario con los protagonistas de esta serie (alemana).
El tiempo no solo afecta a los relatos sobre el pasado. Si en una historia han transcurrido siglos o incluso milenios desde las lenguas naturales que conocemos, es esperable que se haya dado cierta evolución lingüística y se confirme por lo menos testimonialmente que en el futuro no se hablaría exactamente igual.
Marcar el cambio de idioma
Es posible crear un recurso propio del audiovisual para dejar claro el cambio de código lingüístico. Por ejemplo, en uno de los últimos capítulos de Lost (6×14, 2004-2010), dos personajes con túnicas romanas hablan en latín. Con un plano distinto y efecto sonoro con una música aguda, se salta y sus palabras serán en inglés.
Por qué (no) usar un idioma familiar
Como con cualquier acento que se aprende, conviene tener en cuenta que emitir muchos diálogos en un idioma en que no se es nativo o que es muy ajeno puede perjudicar la actuación (fluidez, verosimilitud) o la comprensión e inmersión del público (distracción). No obstante, la naturalidad es relativa en algunos aspectos. Lo que para mí como hispanohablante puede sonar lento o entrecortado quizá sea la manera de hablar en otras lenguas.
Y a veces es factible justificar un idioma en otro lugar. The Durrells (2016-2019) son una familia británica que se va a vivir a Grecia en los años 1930. Tal vez en esa época en Corfú no hablaba inglés mucha gente, pero por cómo se presenta la historia no resulta inverosímil que vayan apañándoselas sin saber más que lo básico de griego (salvo Leslie, que aprende bastante). Conocen a personas del lugar con algo de mundo y otros inmigrantes o turistas.
Por cierto, así como el latín y el italiano son dos lenguas diferentes, el griego antiguo y el moderno también, aunque una haya derivado de la otra. La gente de Grecia no suele entender el griego clásico, incluso habiéndolo estudiado en Humanidades como lengua clásica. Por ello, si se quiere llevar parte de la vida de los filósofos o Alejandro Magno a las pantallas, los griegos de hoy no entenderán sus verdaderos dialectos. Eso sí, más fiel históricamente sería que hablasen una lengua moderna de la zona que cualquier otra del mundo.
El rigor histórico lingüístico en series y películas
Ha seguido habiendo bastantes producciones situadas hace unos cuantos siglos donde se han utilizado idiomas actuales. Sin embargo, hay constantemente pequeños pasos en la otra dirección y cada vez la alternativa ha sido menos rara y más valorada como esfuerzo por la fidelidad histórica u homenaje a esa cultura concreta (y a sus herederos hoy). Por ejemplo, la adaptación de Ben-Hur de 2016 fue también en inglés, pero agregaría otros cuatro idiomas con respecto al largometraje de 1959. Igualmente se estima que obras ambientadas una décadas atrás no tengan anacronismos lingüísticos.
Las películas con varios idiomas en las últimas dos décadas son ya algo frecuente al menos en algunos mercados. Y en los últimos años las plataformas de vídeo bajo demanda han familiarizado con los subtítulos a esos espectadores que tradicionalmente no consumían contenido en otros idiomas (anglófonos) o los recibían doblados (como España o Latinoamérica).
La ficción es entretenimiento, pero a menudo influye más allá, así que por qué no seleccionar los idiomas más apropiados para cada historia si la trama, el género y el público lo permiten.